Estilo deportivo o casual, no hay excusas.
Podría decirse que Pepe Durán estaba llamado a ser boxeador desde la cuna. Y que su designio se cumplió con la rectitud de lo inevitable sin que él pudiera hacer mucho por remediarlo, pero sobre todo, sin que fuera necesario que sacrificara para ello la humildad que le caracteriza. Desde sus orígenes en el cuadrilátero, Durán no quiso concederle a lo que hacía más importancia de la deportiva, y tampoco cuando se alzó con sus sucesivos títulos nacionales, europeo y mundial, perdió de vista los valores a cuyo norte no estaba dispuesto a renunciar: la familia, la honradez y la responsabilidad.
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